La Historia de la Ópera y del Canto guarda tesoros en forma de excelentes voces de hombres y mujeres que hicieron de su arte un vehículo para emocionar a los auditorios de todos los tiempos. De entre todas ellas, y por razones obvias, pocos son los registros sonoros que nos han legado, pues la grabación sonora no es más que un invento reciente en el largo transcurrir de la Historia de la Música.
GRANDES VOCES DE TODOS LOS TIEMPOS
Y si pocas son las grabaciones existentes, menos son aquellas que se encuentran entre mi discografía musical. Sin embargo coleccionar este tipo de documentos ha sido, y sigue siendo, uno de mis mayores placeres. Un placer que ahora quiero compartir con todos vosotros.
Muchas veces la calidad de las grabaciones no son todo lo buenas que nos gustaría, pero en eso también reside la magia de lo antiguo. A veces los cantantes no son bien tratados por aquellas que, sin embargo, nos aproximan a lo que debió ser la emoción de escucharlos en vivo y en directo. En cualquier caso yo las guardo como tesoros. Espero que a vostros también os gusten y disfrtéis con ellas.
Y sin más preámbulo comencemos la serie con una española: la mezzosoprano Conchita Supervía.
BIOGRAFÍA DE CONCHITA SUPERVIA
María de la Concepción Supervía Pascual, Conchita Supervía, nació en Barcelona el 9 de diciembre de 1895. Su familia, de origen andaluz, se había trasladado a la Ciudad Condal como tantas otras por aquella época. Con doce años ingresa en el Conservatorio Superior de Música del Liceu de Barcelona para iniciar sus estudios de canto.
En 1910, con 15 años, hace su debut en el Teatro Colón de Buenos Aires cantando el breve papel de la Bruja de la ópera del argentino Stiattesi, “Blanca de Bieulieu”. En la capital argentina canta también Los amantes de Teruel de Tomás Bretón e interpreta el papel de Lola de la Cavallería Rusticana de Pietro Mascagni.
En 1911 se presenta en Roma donde canta el papel de Octavian de Der Rosenkavalier de Richard Strauss, en la primera representación de esta obra en lengua italiana. Su debut en el Liceu de Barcelona tiene lugar en 1912 con el papel de Carmen en la ópera homónima de George Bizet.
Se presenta en los Estados Unidos cantando el papel de Charlotte del Werther de Jules Massenet, es en la Ópera de Chicago en el año 1915. Completa su estancia en la ciudad norteamericana cantando Mignon y Carmen.
Durante la I Guerra Mundial conoce al alcalde de Nápoles, Francesco Santamaría, iniciando así una relación de la cual nacería su hijo Giorgio. Pero esta relación no funcionó y Conchita continuó con su exitosa carrera musical. Al finalizar la I Guerra Mundial es invitada a Roma para cantar la gran tríada buffa de Rossini: Angelina de La Cenerentola; Isabella de L'italiana in Algeri y Rosina de El Barbero de Sevilla.
Su presentación en la Scala de Milán tiene lugar en 1925 cantando el papel masculino de Hänsel und Gretel. Un año más tarde regresa a la Scala para estrenar en Italia “El amor brujo” de Manuel de Falla. Al año siguiente, en 1927, volverá para cantar “Rosenkavalier”, dirigida por el propio Richard Strauss. Repetiría presencia en 1928, año en el que cantará Las Bodas de Fígaro con Mariano Stabile y estrenará “L´heure spagnole” de Maurice Ravel.
Londres la recibirá con los brazos abiertos en 1930 debutando en el Queen's Hall. Allí canta “Carmen”, con Thomas Beecham a la batuta, a la que sigue “La Perichole” de Offenbach. En 1931 se casa con el hombre de negocios londinense de origen judío Ben Rubenstein y establece su domicilio en Londres.
En 1934 debuta en Covent Garden con La Cenerentola, que repite en 1935 cantando también L'Italiana in Algeri.
En 1935 Conchita se queda de nuevo encinta. La cantante tenía 40 años de edad y el embarazo era muy arriesgado entonces. El 29 de marzo de 1936 ingresó en una clínica londinense. El día 30 daría a luz a una niña que nació muerta. Una septicemia generalizada como consecuencia del parto acabó con Conchita en unas horas.
Fue enterrada con su niña en el Liberal Jewish Cemetery de Willesden en el noroeste de Londres. Si visitáis la capital británica podéis tributarle un sentido homenaje allí.
LA CANTANTE
Conchita tenía un potente registro canoro aderezado con una magnífica flexibilidad en el registro superior, lo que le permitía afrontar pasajes difíciles con gran capacidad musical y con una excelente pronunciación y dicción. Poseía, también, una excelente vena artística que realzaba con su atractiva voz, embellecida por un vibrato controlado con gran precisión y gusto, a pesar de que hubo críticos a los que precisamente eso no les parecía bien.
Manuel López-Benito
AUDICIÓN DE MÚSICA CLÁSICA EN CLASICA2
Para que podáis opinar, escuchémosla cantando Il était un roi de Thulé del Fausto de Charles Gounod
Gounod: Fausto. Il était un roi de Thulé (Minuto 05:44)